viernes, 6 de enero de 2017

Reivindicación de lo No Diseñado o hacia un Diseño Imperceptible


(Explorando otras realidades por si la que vemos no nos convence. Con el regalo de unas gafas de realidad virtual)

Empieza el año y leo un artículo de Xavier Monteys en El País del jueves 5 “Churros necesarios” donde reivindica los puestos de churros ambulantes, las tradicionales churrerías equipadas en una furgoneta o remolque. Instalaciones por las cuales, como dice el autor, nunca ha pasado el diseño, tipografías de western, con nombres populares, colores básicos, luces fluorescentes, una nota de chillona vulgaridad urbana, etc…Constituye una interesante reflexión sobre la saturación y la artificialidad a que puede llegar en nuestro contexto un uso excesivo de fórmulas de diseño aplicadas desmesuradamente a todo lo cotidiano. Es cierto que cuando vemos, por ejemplo, según que tipos de establecimientos, formalmente muy intervenidos, nos suenan a postizos y que encima serán caros. Cuando la intervención del diseño se vuelve demasiado perceptible se sobreactua y el resultado pierde espontaneidad. Y esto puede conducir a la saturación y al rechazo. Sería una verdadera lástima perder todo lo andado solamente por hastío.
Hace unos años para la revista Barcelona Metrópolis Mediterránea escribí un artículo titulado ¿Demasiado diseño? donde intentaba incidir sobre este tema separando lo que vemos aparente, entre lo diseñado, frente a lo que queda por resolver y, lo segundo es una lista muy grande. Quedan muchísimas cosas para diseñar bien y muchísimas más que aún tienen que llegar. Muchas de estas cosas están relacionadas con la interacción cotidiana con los dispositivos, incluso en los tan comunes como los teléfonos móviles (si, si, que parecen sencillos de usar pero siguen siendo un gran problema para muchas generaciones de usuarios..), los controles de los ascensores, de los termostatos domésticos, dispositivos electrónicos de los automóviles, de electrodomésticos, etc.

La formalización aparente y banal no es diseño o, en cualquier caso, no es buen diseño. La empatía que nos producen algunos objetos cuya utilidad y cuya estética ha conseguido un buen equilibrio es entrañable. Recientemente han otorgado la Medalla al Mérito de las Bellas Artes a Miguel Milá, diseñador de la lámpara TMC, un buen ejemplo de esto a lo que me estoy refiriendo. Desde aquí mi enhorabuena!. Y esta es la fórmula antigua con la que estudiamos muchas generaciones de diseñadores. Ahora que todo es tecnología y nuevas formas de negocio, que no está muy de moda hablar de estética de la forma y de funciones sencillas e ingeniosas, puede ser un buen momento de revisar los fundamentos clásicos del diseño para iniciar el año.

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