lunes, 30 de abril de 2012

Del lector de textos al libro 2.0



Una vez pasada la Diada de Sant Jordi, fiesta del libro y de la rosa, me parece oportuno lanzar nuevas reflexiones sobre el libro electrónico. Según he leído en la prensa en España aún no está muy difundido pero no tardará en llegar el momento que los grandes grupos editoriales muevan ficha para impulsarlo.
Llamarle libro electrónico es confundir los términos ya que los aparatos actuales no son más que un dispositivo para la lectura de textos. Como mero lector electrónico le falta el “glamour” que puedan tener el móvil o la cámara fotográfica. Llevar un libro en la mano tiene un encanto por si mismo ya que “mostramos” lo que estamos leyendo. La portada y el diseño del libro en general también tienen su carácter evocador que ayuda a sumergirse en la lectura. En la librería la exhibición de portadas, imágenes y formatos son factores que llaman la atención y contribuyen al descubrimiento casual. El buscador de Internet, herramienta extraordinariamente efectiva, limita la observación de resultados a una estructura “lineal” en contra de la bandeja de la librería que es un paisaje extendido. Al lector de textos aún le falta una nueva propuesta de diseño conceptual para superar la dimensión actual del objeto libro: mostrar portadas, compensar la uniformidad de formatos, aportar una forma innovadora de visualización de la diversidad de obras, introducir efectos especiales que superen las sensaciones que produce el texto en papel –olor, texturas, color, etc…, en suma, el diseño puede contribuir a que los textos digitales, emitidos a través de sus respectivos editores lleguen a una segunda generación de soportes para poder superar al libro en papel. Estoy seguro que la difusión digital es un proceso imparable y como tal es imperativo que sume y aporte una nueva dimensión a lo que su homólogo en papel ha acumulado en más de cinco siglos de experiencia.

Fotografía de la entrada: estación repetidora en la cima de la Serra de Llabería (Tarragona).